Descripción:
Este libro propone que la cultura no podría existir sin la dimensión afectiva; ésta no sólo corresponde a la existencia biológica, a la individual o a la social, sino que constituye un vínculo entre ellas. La dimensión afectiva, similar al parentesco, ocupa un lugar de transición entre la naturaleza y la cultura; es un dispositivo simbólico que da lugar a intercambios normados, reglamentados por la cultura. Es debido a los procesos psíquicos que tanto en forma consciente como inconsciente se norma y reglamenta la dimensión afectiva; ello permite la constitución de sujetos, la estructuración de familias, de colectividades y el funcionamiento de la sociedad.